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El rubiecito

A eso de nueve y media de la mañana baja del subte D unas paradas antes de Congreso el mismo rubiecito sexy. Mocasines, pantalón de vesti...

A eso de nueve y media de la mañana baja del subte D unas paradas antes de Congreso el mismo rubiecito sexy. Mocasines, pantalón de vestir, camisa, pullover, rulos. Blanquito, cara de nene bien, ojitos claros y bulto bien marcado -a propósito.

El viernes lo vi, subte casi vacío, totalmente engomado, enrostrándole la verga que se puso de costado y sacudía sobre el pantalón a un pasajero que iba sentado y no se animó siquiera a hacerse el incauto, tomarse de la barra de acero y dejar que el otro apoyara sutilmente su pija.

Como todas las mañanas desde que cerraron el baño de la estación, salió corriendo del subte, cruzó corriendo Virrey del Pino y desapareció corriendo entre la gente más allá de José Hernández con su mochila y su ganso atrevido.

Claro, no sólo lo tengo fichado, sino que en tiempos en que el subte tenía baños y los trenes corrían con cierta frecuencia normal; lo crucé tetereando en la estación. Rica pija tiene el guacho, de lo que los viciosos llamamos mediana sabiendo que es bastante grande, aunque nada descomunal.
Linda, blanquita, más gruesa hacia la cabeza, tipo garrote. Nos pajeamos un poco y me pidió que se la chupe; pero resulta que ambos entramos a laburar, asumo, a la misma hora y llegamos con el tiempo justo.
Me hubiera encantado hacerlo acabar.

Como sea, desde entonces, me cruza y me esquiva hasta la mirada, y como todas las mañanas, sale corriendo, después de haber intentado seducir a uno y a otro y a otro más cada día.


Sureño